“El
canto popular es revolución/ es lo que pasa afuera/ en cada
generación”, canta Pablo Vaillant en el último tramo de un disco
tan luminoso como peleador. Son estrictamente las últimas palabras
que se escuchan, y de algún modo transfieren en formato canción el
gesto de tirar una piedra para romper algo más que un vidrio. Porque
si bien la ironía se disuelve en un instante, se entiende que antes
hemos transitado un cancionero variado, con innumerables buenos
momentos, siempre al borde, porque las canciones de Vaillant parecen
estar concebidas para habitar los bordes de todo: del buen gusto y la
corrección, de los lugares comunes, de melodías aparentemente
confortables. Y esto es precisamente la que las hace inesperadas, que
es lo mejor que puede pasarles a quienes buscan en la canción algo
más que un mero entretenimiento de repetición y evocación, sistema
más o menos perverso de la canción pop/popular. Así sucede con
'Canto popular' y con otras muy buenas canciones, como 'Tierras de
nadie', 'Calles y sueños' y 'Surrealismo'.
Pablo
Vaillant concibe Calles
y tierras,
su segundo disco, como una suerte de manifiesto callejero. Es
canción, pero sobre todo es toque de guitarra, bien blusero, y es
también canto, en actitud primitiva, animal, y eso devuelve la
imagen nada caprichosa de romper todo de una pedrada, para
reinventarlo, tomando elementos
del candombe, del tango, de la bossa adulterada. Es canción popular
actual, en un cruce de contradicciones e identidades que lo coloca
–en
un posible mapa de la música contemporánea–
una familia tan disfuncional y variada en la que se cruzan Sr.
Pharaon, Pau O'Bianchi, Y.Gallo, Ximena Bedó y los mismísimos
Martín Buscaglia, Gustavo Pena y Alberto Mandrake
Wolf, además de resonar el más que inevitable Eduardo Mateo junto a
otros viajeros del tiempo y la canción.
Por
más datos, Vaillant es montevideano, nació en 1987 y su primera
banda fue de punk rock (ITEMS: Ignorantes Terroristas Están Matando
Sociedades). Después se movió por el rock, el blues y cuando
cumplió 21 se mandó mudar a Irlanda, donde trabajó como músico
callejero. De regreso a Montevideo, empezó a escribir su primer
disco, Historias,
reflexiones y un arte primitivo
(2014), y ya va por el segundo, el presente Calles
y tierras,
los dos publicados por Perro Andaluz.
Calles
y tierras
muestra varias ideas sonoras y también conceptuales, pero lo central
parece ser una investigación muy personal sobre la canción popular.
¿De qué manera empezaste a buscar en lo popular, en la música
callejera?
Escuchando
discos, leyendo y viviendo la realidad en Montevideo: jam de jazz,
jam de candombe, jam de blues y milongas prácticamente todos los
días. Mejor escuela que esa, imposible. De todas maneras, al final
todo lo resumo en el blues, que es pelar el animal porque no te queda
otra. Desde esa lucha esencial, alimenté el proceso creativo de las
canciones y me comuniqué con los músicos.
¿De
dónde viene tu toque de guitarra?
Mi
toque viene del blues: el trabajo con la mano derecha, el toque con
los dedos llevando el pulso y la rítmica popular uruguaya. Maestros
en la guitarra son mi madre, Laura Monestier, Eduardo Mateo y
Jorginho Gularte. De afuera: Nick Drake, John Martyn, Jimi Hendrix...
Tu
nuevo disco apuesta al riesgo, a la experimentación. ¿Sentís que
se ha perdido eso en la música uruguaya? ¿Con quién o quiénes
coincidís de las nuevas generaciones de músicos?
Se
han perdido muchas cosas, y siempre que se pierde algo se gana otra
cosa. Yin y yang. Así es la construcción del aprendizaje. Coincido
con los dialectos musicales y con la poesía. En la composición se
rompen muchas reglas y cada cual define su estética; las respeto
todas, aunque algunas no las comparta. Considero que la música
popular surge de las raíces y evoluciona de acuerdo con lo que
sucede en la sociedad. La honestidad, la responsabilidad, la
versatilidad y el respeto son valores que, a mi entender, definen a
un artista. Siento que coincido con Sr. Pharaon, Fernando Henry,
Joaquín González, Pedro Restuccia, Diego Janssen. La música más
interesante está en la calle, en los tambores, en las milongas, en
las jams... Las redes son un mareo.
Dos
canciones que sobresalen en el disco, además de 'Canto popular', son
'Calles y sueños' y 'Tierras de nadie'. ¿Sentís también que son
especiales dentro de tu cancionero?
Coincido,
creo que están bien logradas y resumen gran parte del mensaje.
'Calles y sueños' salió muy rápido... Es tal cual el video, salí
por Malvín con la guitarra y volví con la canción hecha. Fue todo
un laburo consolidar el groove
estilo Motown. 'Tierras de nadie' tuvo varias idas y vueltas. La
asocio mucho con un amigo, compañero de la vida, Fernando Falcón,
el candombero tosco... De ahí lo de “candombe tosco”. También
la siento importante, porque la grabamos en una toma, ya muy
cansados. Quedó así, bien callejera. Ismael Invernizzi grabó todos
los tambores. Respeto mucho esas canciones.
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